Mi epílogo #AZdelaMaternidad

¡Hoy es un gran día… para ti!

Básicamente, hoy es el día en que os anuncio que voy a dejar de daros la tabarra con mi maternidad. Esto llega a su fin, señores. No quiere decir que no siga habiendo ramalazos maternales pero, probablemente, tiraré por otros derroteros.

Hoy concluye (en teoría. Las palabras en rosa están pendientes) mi recorrido por mi maternidad y los sentimientos sublimes, reflexiones dicharacheras  y grandes estragos que me ha causado. Hoy, con esta entrada, concluyo y resumo mi Diccionario de la Maternidad.

Me va a costar un poco elegir el tono para este, mi epílogo AZetero. Tiendo a escudarme en una especie de «me río de» que me puede hacer dar una imagen un pelín frívola. Lo sé. El caso es que estas NO son mis memorias, sino una especie de revival revenido, desdibujado por mi desmemoria. Vamos que, básicamente, escribo este blog para divertirme. ¡Alegría! Yorokobi! Para reírme de lo que me cabrea y así liberarme de los malos rollos. Sí. Como muchas, en este rincón realizo mi terapia particular (y gratuita) para sobreponerme a los avatares de esta gran tragicomedia que, a ratos se hace difícil de llevar y a ratos no es más que ungranjueguín.

Fíjate qué buena palabra es «avatares» (fases, cambios, vicisitudes / reencarnaciones, transformaciones). Si tuviera que escribir de nuevo mi «A» para este diccionario, elegiría sin duda esta palabra y no el acrónimo que elegí en su día A.M.P.A. que, dicho sea de paso, me ayudó a digerir una reunión (bastante rollo) a la que acababa de asistir. Empecé redactando un pequeño protocolo para recordar lo allí dicho y terminé llevándolo al terreno más absurdo. En este blog huyo de las cosas que me incomodan, aunque en algún momento han aparecido en él, como un inesperado géiser de sentimientos enquistados. Es entonces cuando mi incontinencia adquirida ha hecho acto de presencia y, dando rienda suelta a mis trasnochadas elucubraciones, he vertido en el blog mi dolor más profundo, hablando de la zozobra y el luto.

Mirando hacia atrás, creo que esta ha sido la tónica de mis escritos: un poquito de reflexión, un muchito de guasa. Y este blog, en paralelo a mi maternidad, un compendio de probaturas (y patinazos), una colección de apaÑos, a menudo para salir del paso (como en la vida misma). Me gustaría dar cabida a la excelencia y a la elegancia que nos han regalado muchas de mis compañeras, que han trabajado a conciencia en este proyecto pero… mi «e» se la quedaron mis estupideces, mi enajenación mental y mi empeño en abarcar mucho y apretar poco. Y es que, como ya habréis comprobado, no puedo evitar el irme por las ramas y hablar sin ton si son. (Pensándolo bien: no es porque sí, que el camarero siempre me interrumpa a mí.)

Pasados los estragos de mis partos y aceptado el hecho de que mis pausas para maternidad, en combinación con mudanzas varias, me impiden tener un empleo al que retornar, se me hace patente la necesidad de re-inventarme profesionalmente. A parte de esa re-coneXión con mi yo racional, tras dejar atrás mis locuras puerpéricas y las emociones y hormonas que camparon a sus anchas, otro de los grandes retos en mi vida es velar por los vínculos que se establecen en casa. Esto es: con nuestros hijos y entre ellos. Las relaciones entre hermanastros se me antojaban más complicadas de lo que están siendo hasta ahora (toco madera). Para el que no lo sepa, en casa confluyen tres culturas diferentes. Pasen, pasen… ¡Bienvenidos! Willkommen! España, Japón y Alemania se confrontan a diario en el comedor de casa (os imagináis el bullicio provocado por el mundial ¿no?). No obstante, lo que pensé que iba a ser un nudo gordiano de difícil resolución, está resultando ser una interesante combinación de idiomas y mentalidades. Veremos en lo que resulta. (Lo que está claro es que combatimos el Alzheimer a saco.)

Intento vivir el presente pero a veces (pocas) me pregunto por nuestro futuro. A dónde irán a parar nuestros hijos. Llevamos tantas mudanzas a nuestras espaldas que no dudaría en volver a cambiar de residencia, con tal de no perderles de vista. Para poder ser la abuela de sus hijos. Para poder llevarme a mis nietos a comer un helado un jueves cualquiera. Para hacer con mis nietos las manualidades que no estoy haciendo con mis hijos. Para que me enseñaran a jugar con sus videojuegos de última generación y sentir que ralentizan así mi obsolescencia. Creo en el karma. Creo profundamente en que lo que das, regresa. Yo vivo lejos de mis padres desde hace 14 años y eso me provoca un miedo atroz a tener que vivir lejos de mis duendes porque, como decía mi abuela, «donde las dan las toman».

Y a todo esto… ¿Cómo puede ser que, en la recopilación de capítulos que resiguen mi maternidad, termine visualizándome como abuela? ¡Si estoy en la flor de la vida (como quien dice)! Pero es que esto va tan rápido que, en cualquier momento, salgo de mi crisálida reciclada en ¡súper abuela! Aunque, ojo, porque antes de triunfar como abuela, quiero hacerlo como madre y como profesional. Ahí es nada. Porque sí. Porque aunque mi padre siempre me haya dicho que TODO no se puede tener, yo sigo queriéndolo todo (marcando en rosa lo que me falta). No aprendo. Y se me acumula el trabajo.

Mi siguiente reto, mientras veo crecer a mis hijos, es recuperar mi autonomía financiera perdida. Así que… igual que el quebrantahuesos remonta el vuelo al olor de la sangre ¡allá voy yo! (Lo sé. Esto último está cogido con alfileres pero es que este comeback lo siento muy visceral.)

Finalmente, ha llegado el momento de expresar mi gratitud hacia la vida (que me ha dado tanto). Gracias a mis propios progenitores, a mis hijos y, por supuesto, a mi CoraSón (aunque no me lea). Y, cómo no, a todas las personas que han hecho posible este compendio introspectivo y la subsiguiente reducción al absurdo de mi maternidad.

No puedo dejar de mencionar a @Trimadre30, un lucero en la blogosfera, que armó este tinglado y se convirtió en el gran nexo de unión entre todas las #AZeteras(*). A todas ellas quisiera mencionarlas también, una por una, con nombres y apellidos, porque valen su peso en palabras. Pero son muchísimas y no les haría justicia. Algunas, como yo, empezaron tarde y no llegaron a completarlo en plazo. Otras hicieron sprints antológicos y lo completaron en fecha. Y luego hay las que estuvieron desde un inicio y, semana tras semana, escribieron, comentaron y forjaron grandes amistades que yo logré atisbar en #LaParty24M.

(*) Voz twitera rarilla. Dícese de todas y cada una de las participantes en el Proyecto Diccionario de la Maternidad, conocido en redes sociales como #AZdelaMaternidad. Un gran proyecto en el que me ha honrado participar, aportando mi granito de arena (a veces, en el ojo). 

Espero lograr completar mi Diccionario en breve. Premio para la que descubra la letra que se me ha olvidado. 😉