Los mini-shorts de Blancanieves

May 24, 2015 § 24 comentarios

Blancanieves-y-Rey(o el día que fui más lista)

Lo habitual es que la bruja sea yo. Que el conflicto estalle a mi alrededor porque como buena madrastra hablo demasiado y antes de tiempo.

Hoy he decidido ser más lista, que yo misma en capítulos anteriores, y practicar mi nuevo conjuro secreto: la «contención». Esto lo hago respirando hondo y aplicando una técnica que estoy experimentando, que se llama «espera y deja que pringue el otro.»

Os pongo en situación:

Blancanieves nos anuncia durante el desyuno que ha quedado con una amiga del «insti» para ir a la plaza del Ayuntamiento a celebrar la victoria de su equipo de fútbol. Bien. El rey y yo nos miramos y asentimos con un monárquico balanceo de testa. Tendremos que hilar un plan solo para los peques.

Al rato, aparece Blancanieves en el salón con unos shorts bien cortitos. La veo y me engaño a mí misma «igual no pertende salir así a la calle… no digas na». Superado el rato prudencial en que, normalmente, ya he dicho algo, oigo al Rey desde los aposentos de Blancanieves: «¡Pero que no puedes salir así!»

Y ella: Pero ¿por qué no?

Él: Pueees… porque son muy cortos.

Ella: ¡Y eso qué tiene que ver!

Blancanieves viene a mí buscando refuerzo parental. Recordemos que soy la madrastra y no es plan de ponerme dulzona, que luego se me suben a las barbas. Viene y me cuenta lo que yo ya he escuchado, lo cual me da un poco de tiempo para sopesar mi respuesta.

«¡Mira lo que me dice papa! ¿Tú qué crees? ¿Tan mal voy?»

A mí esa pregunta me encanta. Jo, que me da permiso para opinar… Y entonces voy y opino: Mujer, no… mal no vas. Te quedan muy bien pero es que hace un poco de fresco para salir así. ¿No te parece?

Titubea.

«Vale… Eso puedo entenderlo». Y se va.

Busco la cámara oculta en las esquinas del comedor real. ¿Ya está? ¿Tan fácil? No puede ser.

En la cámara contigua continúa el griterío.

Ella: ¡Pero quién te crees que eres para decirme como tengo que vestir!

Él: ¿Tu padre? (Duda si añadir «y el rey»)

Ella: Pues a mis amigas sus padres no les dice lo que se pueden poner o no.

Él: Pues muy mal. Además, a mí no me importa lo que hagan los otros padres.

El rey, que normalmente no se chupa este tipo de conflictos, porque está más pendiente de reinar que de controlar el fondo de armario de su hija, alucina. Se acerca a mí y me mira como perdido y yo… (no voy a decir que haya disfrutado, que no) pero sí que me he sentido a salvo del drama, en mi esquinita del sofa. Y lo he agradecido.

La cosa a escalado hasta alcanzar cotas surrealistas.

Blancanieves: ¡Le he prometido a mi amiga que iríamos las dos en shorts y ahora… ¿qué quieres? ¿que la deje tirada?

Rey: ¿Pero qué tontería es esa? Pues la llamas y le dices que acabo de emitir un Decreto Ley para que cambiéis el código de vestimenta. ¡Que no vas a la playa! ¿No ves que en la ciudad queda raro ir así?

Blancanieves: Pero ¿por qué? Todas mis compañeras de clase van así.

Rey: ¿En serio…? (Parece que duda) ¡Pues tú no! (Ah, pues no duda).

Ella: Papá… eres pa-té-ti-co.

Uy lo que le ha dichooo… Yo me debato entre salir en defensa del Rey o hacer como que no lo he oído y seguir disfrutando de mi tranquilidad dominical, tan poco habitual. Opto por la segunda opción. Estoy orgullosa de mí misma. Logro mantenerme al margen. Hay que elegir las batallas. Y esta, hoy, no es la mía.

«Y papa, porfa… ¡No se te ocurra hacer como el día que me llamaste para decirme que no me había terminado el desayuno! ¡Estaba con cuatro amigas en el metro y fue bochornoso!»

Me parto de risa. Pero lo hago para mis adentros y con la pétrea elegancia de una gárgola.

Hoy he hecho un descubrimiento gigante y quiero compartirlo con vosotras, amigas, madres y madrastras implicadas: Si no entras al trapo, si permites que la cosa, a ver cómo lo digo, si permites que «te de un poco igual», lo vas a manejar de forma taaaan diferente, que tendrás muchos más números para salir airosa.

Huyes de los argumentos que sabes que desmontará con facilidad o que la harán explotar y te sacas argumentos de la manga que descolocan al personal. Del tipo: «es que en Japón es habitual enseñar la pierna hasta arriba pero, si te fijas, aqui se lleva mas enseñar los hombros, cosa que allí se ve mucho menos». ¿Eso salió de mi boca? WTF.

El mero hecho de tener que ponerse a buscar esas imágenes, genera descoloque en el adversario. Ha preparado contra-argumentos contra otras frases. Es muy importante el factor sorpresa. Tampoco quiero echarme flores. Seguramente, no ha sido más que un golpe de suerte pero hay que celebrar las pequeñas victorias cotidianas… y hoy me pilláis así, con dolor de cervicales y sin otra cosa mejor que celebrar.

«Blancanieves, mira, lo que le pasa a tu padre en el fondo es que…»

El real padre me mira con expresión interrogativa, como queriendo saber también qué es lo que le pasa en el fondo.

«… pues a tu padre lo que le da miedo es que, entre esa multitud de hinchas, haya alguno medio borracho al que le dé por tocarte el culo, lo cual seguro iba a incomodarte. Y al no estar ahí para poder protegerte, se queda más tranquilo si te pones un vaquero. Vamos, digo yo que será eso porque el short te queda de miedo.»

Blancanienves ha salido de casa monísima con una camiseta negra de manga corta, unos Jeggings (que, para el que no lo sepa, es un cruce entre vaqueros y leggings… que, para el que no lo sepa, son las mallas de toda la vida de Dios) y un colgante. No le hacia falta nada mas, ni nada menos.

El Rey me mira medio atónito con cara de ¿dónde has aprendido tú a manejar estos pollos?

Bueno querido, es que leo libros y blogs… y además, aunque no te lo creas, también he tenido 14 años y un padre que temblaba ante mi incipiente feminidad.

con ilustración de Nina L.

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