3 gramos, 1 centímetro y 0 minutos
febrero 26, 2014 § 24 comentarios
Hay días en que vas sobrada, otros en que todo te sale mal y luego hay días, como ayer, en que todo sucede por los pelos. Sientes que si te lanzaras en plancha bajo la losa deslizante que precinta los pasadizos interiores de la Esfinge, detrás de Indiana Jones, el portón se cerraría justo a ras de tu pie.
Las de ayer fueron pequeñas proezas, nada de aventuras egipcias: Ir a correos y que el paquete entre en la tarifa económica por 3 gramos cuando el límite es 2kg o recoger a tu peque a tiempo de la escuela infantil.
La pantallita dice 1997gr. y no puedes contener un gesto victorioso. Todas las personas que esperan en la cola, dejan caer sus paquetes al suelo con estrépito para hacerte la ola. Sí, informarte y hacer las cosas con un poquito de rigor y precisión acaba de ahorrarte 8 euros. La chica de correos, la más simpática del equipo (por suerte) te guiña el ojo y te dice «no cantes victoria todavía» mientras saca del cajón la cinta métrica. ¡Con eso no contabas! El volumen también constituye una limitación. Nooooo. No lo habías tenido en cuenta. Sabes que cogiste la primera caja que pillaste por casa sin pararte a pensar en las consecuencias. La gente de la cola empieza a murmurar, todos comparten tu nerviosismo. La funcionaria de correos procede: «40cm + 30cm +…» sin dejar de sonreir, ella. Mientras yo dejo de respirar (y los de la cola también) «…+ 19cm»
Un sudor frío recorre mi espalda, se puede cortar el aire entre nosotras dos, salgo de mi cuerpo y rodeo la escena en plan Matrix, vuelvo a mi persona y con un hilo de voz le pregunto: «¿Cuál es el límite?» Sin dejar de sonreír me espeta «90cm». Acto seguido, salta por encima del mostrador, choca los cinco conmigo, hacemos un bailecito victorioso y toda la oficina de correos salta y da muestras de júbilo incontenible. Volvemos a nuestras posiciones. Ha ido de 3 gramos y 1 centímetro pero he logrado encajarles el improvisado embalaje en la tarifa amiga y mis 8 euros me hacen cosquillas revolviéndose felices en mi bolsillo.
Tras el trabajo y los encargos, idas y venidas, niños, cursos, menesteres cotidianos, hacer los honores a mis padres -que están de visita- y las compras, tengo que ir a toda prisa a recoger al peque. Pero nos quedan 20 minutos, nos da tiempo de ir a por pan. Elegimos la cola más corta del supermercado (qué listas somos mi madre y yo), parecía que íbamos a conseguirlo pero no. No sólo elegimos la cola más corta, sino también a la cajera la más lenta. No llegamos ni de coña. Optamos por una solución radical y nos separamos.
Empiezo a correr por la calle como si de ello dependiera mi vida. Corro a cámara lenta porque se ven mejor los movimientos, los músculos faciales contráyendose, la gotica de sudor resbalando por mi sien… corriendo a cámara lenta parece que corra más deprisa. Palpitaciones. Confirmo, una vez más, que ya no soy lo que era. Corro. Camino rapido. Camino normal. Camino lento. Me arrastro. Vuelvo a caminar sobre dos piernas y acelero el paso todo lo que puedo. Logro traspasar el umbral de la puerta del kindergarten a las 16:00. Los astros me quieren hoy.
Los coches paran, sus conductores se apean y me hacen la ola, también. Bueno, no. Esto es metira. Esto me lo he inventado para darle más dramatismo. En realidad, al entrar a la guardería nadie me ha hecho la ola. Dos padres hablan despistadamente y ni siquiera me devuelven el saludo. Claro, no me habrán visto. No les culpo. Una mujer de metro sesenta y ocho, despeinada y jadeante a treinta centímetros de tu codo, pasa fácilmente desapercibida.
Llego con las mejillas sonrojadas al patio en que juegan los pocos nenes que quedan. No es rubor. Es que parezco una olla exprés por el ejercicio físico descomunal que acabo de realizar. Mi churrumbel me sonríe, corre hacia a mí, se me tira a los brazos y me besa, con pasión, las ardientes mejillas. Los niños y las cuidadoras nos hacen la ola… naaa, es broma.
3 gramos, 1 centímetro y 0 minutos. Hoy era el día perfecto para toparme con Harrison Ford pero, extrañamente, no ha sucedido. Y casi mejor, oye, porque me habría pillado sin aliento y tampoco habría podido darle lo mejor de mí. Otra vez será, Harrison. 🙂
[…] Es importante ser agradecido, valorar lo conseguido. Celebrar cada pequeño éxito. No dejes que sean tus fallos los que te definan sino cada una de tus pequeñas victorias. No te machaques por un desliz. Felicítate por cada situación salvada. […]
Me gustaMe gusta
[…] del todo pero lo suficiente como para seguir queriendo darlo todo en cada pequeña proeza. Proezas que no se pagan, proezas que no se ven. La sensación de la misión cumplida por […]
Me gustaMe gusta
[…] del todo pero lo suficiente como para seguir queriendo darlo todo en cada pequeña proeza. Proezas que no se pagan, proezas que no se ven. La sensación de la misión cumplida por […]
Me gustaMe gusta
La ola la ola la oooooooooooolaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jaaajajajajjajaa!! Me encanta me hagan la ola… pasa tan poco! 😉
Me gustaMe gusta
Se de lo que hablas Nuria. Y qué bueno que cada tanto sucedan estas cosas y hacerle pito catalán al correo, el super, los horarios y cuanto tedioso fastidio nos encontremos.
No serán las compuertas de piedra de la Esfinge, pero ganarle al correo por 3 gramos, 1 cm y llegar al ultimo minuto, que en síntesis sería por un pelito dan mucha satisfacción!!!
Oleeee y una gran ola para mi amiga!!! 😡 🙂
Me gustaMe gusta
El primer emoticón era un besito! xoxo
Me gustaMe gusta
Jajajajaa!! Acepto smiley enfurruñado como besito.
Sí, realmente, aunque sean pequeñeces… te salvan el día y te hacen sentir digna de una ola en el estadio olímpico (aunque sea imaginaria) 😀
Un besote!!
Me gustaMe gusta
De pequeñas proezas nada, eso son hazañas en toda regla. Qué pena que nuestra vida no tenga banda sonora, en esos momentos habría sonado la Cabalgata de las Walkirias o la música de Misión Imposible (la técnica del slow motion ya la pusiste tú!) 🙂
Un beso, aprendiz de Indiana!!!
Me gustaMe gusta
Jajajaja!! Seguro que era con banda sonora pero yo solo oía mis jadeos… Te voy a fichar como técnica de sonido, que ya he visto que eres un crac de la discografía ochentera 😉
Mmmmmua!!
Me gustaMe gusta
Estos éxitos del día a día pueden hacernos tan felices…
Me gustaMe gusta
¡Así es! 😀
Me gustaMe gusta
Pero hija como describeeeeees, que yo también me he colado en plan Neo en cada una de tus situaciones de «por lo peloooos», jajajaja
Pd: puede ser que haya una errata y en lugar de 90 cm sean 20? 😉
Me gustaMe gusta
Jajaja! Gracias por el aviso!
Pero no. No hay errata.
Me he explicado mal.
90cm es el límite al sumar las tres dimensiones: alto+ancho+grueso.
El límite era 90 y 40+30+19=89!!! De ahí el centímetro salvador!!
🙂
Me gustaMe gusta
Jajajaja, ¡¡he sentido la emoción en cada palabra!!
Me gustaMe gusta
Vaya, siento haberte acalorado 😉
Me gustaMe gusta
jajaja, que todo sea eso 😉
Me gustaMe gusta
Por cierto, ayer me di cuenta de que me despisté con lo de la foto del lunes!! Soy lo peor… 😦
Me gustaMe gusta
Nada, ya comienza un nuevo finde para el #FotoFinde 😉
Me gustaMe gusta
¡Me lo he anotado en la agenda! Ahora ya sólo puede pasar que:
1. No hagamos nada interesante
2. Me olvide la cámara
3. Me quede sin batería
4. Esté todo el finde nublado y/o lloviendo
5. No consiga ni una imagen bonita que mostrar…
pero olvidárseme, no se me olvida. 😉
Me gustaMe gusta
Jajajaja, esa soy yoooo! Con la señal de victoria por cualquier pequeño logro que solo yo comprendo! 😉
Me gustaMe gusta
¡Campeooooooonas, campeoooonas, oéoéoéeeeee!
Me gustaMe gusta
Felicitaciones por esas victorias que de pequeñas no tienen nada!
Eso sí, a tu fotograma le faltan gramos, centímetros y MUCHO TIEMPO para corresponderse a la realidad! XD
Me gustaMe gusta
¡Jajaja! Bueno, pero cada uno congela sus fantasías en el momento del tiempo que le conviene ¿no?
Aunque, si me lo permites, yo creo que Harrison Ford va a estar bueno toda la vida y como yo envejezco con él… siempre lo veré como a un madurito apetecible 😉
Me gustaMe gusta