Calipso, reina de Ogigia

abril 17, 2014 § 16 comentarios

Calipso

con ilustraciones de Nina L.

Quiero hablaros de una odisea, pero no de la que todos conocemos sino más bien de la odisea personal que vivió un personaje secundario en la vida de Ulises, precisamente por eso: por ser secundario.

Y es que resulta que mientras Penélope estaba en casa esperando a que su esposo regresara de su Odisea, entretenida tejiendo y destejiendo, había otra mujer (la de arriba) que se entregaba a un amor apasionado y sin sentido, ya que su amado amaba a otra: A Pe, la del moño.

Penelope

Esta mujer, llamada Calipso, cerraba los ojos a la realidad. Y ciega de amor se desmelenaba dando rienda suelta a su pasión por el esposo de otra. Sabía que lo que sentía no era correspondido, aun así mientras la otra (bueno la «una», porque la «otra» era ella). Mientras Penélope elegía cuidadosamente sus hilos, Calipso paría a los hijos de Ulises que, pobrecito él, estaba de Odisea y tenía a su mujer sufriendo… Pues fíjate, que en el tiempo que estuvo desaparecido luchando contra monstruos fabulosos, mantuvo una relación con esta ninfa que le llegó a dar, según una de las versiones, hasta cuatro hijos. ¿Lo sabías? ¿Cómo se te ha quedado el cuerpo?  Algunos dicen que esta relación no duró más que un año… ¿perdón? Si la bella Calipso dió a luz cuatro veces, me creo más la versión de los siete años. La del año fue Circe, que es que a Ulises la Odisea le dio para mucho.

Pues bueno, mientras Calipso se entregaba a la ensoñación de haber creado una familia con el hombre que amaba y se dedicaba a cuidar y amamantar amorosamente a sus retoños, Ulises (el pobre) no podía dejar de pensar en la pobre Penélope. Y eso era amor del puro, puro… ¿o era puro remordimiendo de esposo adúltero que, de repente, encuentra en su esposa cornuda todas las virtudes posibles? (como si eso pudiera compensarla del «desliz»).

Se cuenta que Calipso intentó retenerlo por todos los medios pero que ni siquiera la juventud eterna y la inmortalidad le convencieron. Ulises, erre que erre que quería volver a su Ítaca de las narices.

Como imagináis, no hay final feliz para esta historia, así que milagros no esperéis. Sí. Ya sé que tratándose de dioses y semidioses podríamos esperar un poco de magia ¡pero no! y es es la gracia de la mitología griega es, precisamente, que sus dioses (por más poderosos que fueran) sufrían como humanos.

Calipso amaba sin ser correspondida y a sabiendas que un día su amado partiría. El día llegó. Ulises se fue y la pobre Calipso (lo estáis viendo venir ¿no?) Calipso, la bella y dulce Calipso, madre amantísima de un cuarteto, murió de amor. O mejor dicho: de desamor. De pena, vamos.

Ulises regresó victorioso a su casa, como un héroe. Que si el cíclope Polifemo, que si los caníbales, que si los temporales, que si las sirenas… No en balde es conocido por su ingenio, su habilidad y su audacia. Típico. Penélope feliz como una perdiz y happy end para algunos pero… ¿Llegó Ulises a sincerarse con Penélope acerca de su relación con Calipso? ¿Había existido Calipso realmente para Ulises? ¿O no había sido más que una simple ensoñación de viajero?

En serio que pretendía darle un giro humorístico pero me he metido tan en la piel de Calipso, que el chiste me ha parecido fuera de lugar. Una muerte por desamor no es para hacer chistes.

Pero el caso es que ella siempre supo que Ulises se iría… Él no le escondía su situación familiar, ni su deseo de regresar junto a su esposa (¿o sí?). Aún así Calipso creyó poder enamorar a ese hombre, creyó poder retenerlo. Ya veis, al final no consiguió ni retenerse a sí misma.

Y en este punto, empiezo a mosquerame con Calipso. Hubiera preferido descubrir que sacó fuerzas de flaqueza, que el amor hacia sus hijos le dio vida y energía para salir a delante. No fue así. Pobre Calipso y pobres hijos suyos.

El caso es que, en definitiva, nadie pertenece a nadie más que a sí mismo. Si los hijos que parimos y por los que daríamos la vida, NO nos pertenecen. ¿Cómo nos va a pertenecer un señor o una señora que encontramos en nuestro camino? Un marido, una esposa, un amante… un compañero, son regalos que hay que apreciar el rato que se queden a nuestro lado. No hay que dar nada por descontado, nunca. Nadie nos pertenece. Ni tan siquiera el que duerme aquí al lado. Hoy lo hace, mañana podría no hacerlo. Aferrarse a otro no tiene sentido. Hay que darle la mano y caminar juntos mientras el deseo sea mutuo.

Lo que sí es de vital importancia es aferrarse a uno mismo. Ser fiel a uno mismo porque, no nos engañemos, tú eres la única persona de la que no te vas a librar jamás.

Ay… Calipso, que quería hacer un chiste y he terminado haciendo una reflexión de jueves.

Etiquetado:, , ,

§ 16 respuestas a Calipso, reina de Ogigia

  • […] además de parir y criar a sus retoños, compaginando sus quehaceres con atribuciones divinas e infidelidades épicas, tenían que sufrir castigos y venganzas divinas (procedentes de otras diosas celosas, de algún […]

    Me gusta

  • […] además de parir y criar a sus retoños, compaginando sus quehaceres con atribuciones divinas e infidelidades épicas, tenían que sufrir castigos y venganzas divinas (procedentes de otras diosas celosas, de algún […]

    Me gusta

  • Creo que en Ulises 31, aquella serie de dibujos de nuestra infancia obviaron esta parte, no?

    Me ha gustado mucho.

    Le gusta a 1 persona

  • mariaddlor dice:

    Pero una reflexión buenísima 🙂 Vaya Odisea la de Ulises… pobre cabrón, jajajaja. Exacto, las cosas hay que cuidarlas y respetarlas y si se acaban…qué vamos a hacerle, suicidarnos no, desde luego.

    Me gusta

  • Azul Celeste dice:

    Hace buen que no leía de mitología y mira que me lo has hecho ver de un modo romántico que nomás por eso me quedo a leer el blog.

    Me gusta

  • remorada dice:

    sabiduría de avión: póngase la máscara antes de ayudar al del costado, eso es así.

    aunque en la versión que yo conocía ella no muere, lo ayuda a marchar y le da víveres para el camino. es una santa.

    fuera de eso y de lo que me han encantado tu forma de contar la historia y los dibujos, calipso es un nombre que me gusta «de toda la vida», pero debo decir que la parte de beetlejuice del calypso (chan!) day-o es la que siempre me da risa, SIEMPRE!

    Me gusta

    • nurananu dice:

      Tienes razón con lo de los víveres. Calipso le ayuda a preparar su viaje y luego ya, en la soledad de su isla, se muere…
      Siempre hay versiones diferentes. Yo me agarré a la más tremenda.
      Mira, tenía el romántico subido 😉

      Me gusta

  • Lo triste es ver que a día de hoy aún existen docenas de calipsos y penélopes que tragan con todo, aguantan todo, y creen todo lo que los pelandruscos ulises de turno les cuentan!
    Liberanos domine de ser como ésas, y de tener al lado un fulano como ése!!!
    P.S. Propongo que hagas una sección de «Mitología con gorro» 😀
    Me encantan estos posts!!!
    Un besito post-vacacional 🙂

    Le gusta a 1 persona

  • Me dejás boquiabierta! Miralo al «pobre» Ulises. Me encantó la reflexión detrás del relato! Penélope era una negadora, mirá que creerse las historietas del héroe… y Calipso, pobrecita… a veces confudimos amor con posesión y no hay peor error. Somos almas libres aunque elijamos compartir nuestra vida con otras personas. Ojalá toda persona que pasara por un desamor pudiera verlo así, tan claro como lo expusiste acá.

    Besazo, che!

    Le gusta a 1 persona

    • nurananu dice:

      Bueno, supongo que es precisamente pasar por algún que otro desamor lo que te hace verlo claro, finalmente.

      Pero Calipso era reincidente, porque no era el primer héroe que le enviaban los dioses para enamorarla… el último fue su perdición, pobre.

      Me gusta

  • Elena dice:

    Y Penélope? Por qué yo soy más parecida a la pobre imbéciles que mira a otro lado… De verdad ser paciente y comprensiva hace que Ulises vuelva victorioso y arrepentido al redil, o más bien te quedas con cara de boba y sin saber para que tanto sacrificio o porque ya no te quieren?

    Pobres ellas, las dos

    Me gusta

  • Y te ha faltado decir que has hecho una reflexión de jueves SANTO. Y no puede venir más al pelo. Porque morir de amor por liberar a la humanidad, pues sí. Puede tener hasta sentido. Pero morir de amor por otra persona que no nos corresponde y de paso, dejar huérfanos a nuestros hijos, carece de toda lógica. Está claro que el amor no entiende de razones. Pero también que los impulsos y la psique si están condicionados por nuestra escala de valores. Y en la medida en que seamos capaces de interiorizar lo que dices en el post, seremos capaces de superar el desamor, llegado el caso. No somos de nadie ni vivimos por ni para nadie. Somos libres y caminamos de la mano a voluntad. Enorme reflexión juevera la tuya!!!!
    Gracias!!!! Todo un filón esto d la mitología.
    besotes!!!!

    Me gusta

    • nurananu dice:

      ¡Bien dicho!
      Morir de amor o por salvar a otros… muy bien.
      Morir de pena o de desamor… un desperdicio.
      ¿Será que el pragmatismo nos puede?
      ¡Me alegra que te haya gustado! 🙂

      Me gusta

Dime cositas

¿Qué es esto?

Actualmente estás leyendo Calipso, reina de Ogigia en CON GORRO . . . Y A LO LOCO.

Meta