El bosque de los cuentos

junio 2, 2015 § 6 comentarios

Habitualmente, somos cinco en el coche pero esta semana tenemos dos bajas. Dos bajas que se han largado de vacaciones con los abuelos. Lo que para mi hermana y para mí era lo mas normal del mundo es, para nuestras cachorras, la gran aventura. El peque se ha quedado con nosotros. (Lo contrario hubiera traducido en un exceso de aventura para los abuelos).

Ante la perspectiva de hacerle pasar un día de hijo único (y ahogarlo en nuestro amor), en un momento de iluminación (y de consciencia ecológica) hemos pensado «llenamos las dos plazas libres y nos vamos al bosque». ¡Yuju! Las agraciadas, elegidas a dedo, han sido recogidas con apenas una hora de retraso (y un ligero mosqueo mío porque, vamos a ver, yo sólo soy zen a ratos). Enfilamos hacia el sur. Destino: Schongau.

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Aunque en Schongau poco nos van a ver el pelo porque nos desviaremos antes de entrar. (Ese era el plan. Al final hemos hecho una elegante pirueta en la nacional, semejante a un trombo pero garantizando la seguridad de los pasajeros para recuperar el desvío ese, con un hermoso cartel indicativo para los que llegan por la autopista pero que ignora a los usuarios de las carreteras secundarias).

Da igual. No importa. Ya hemos llegado. Hace sol y disfrutamos de buena compañía. ¡¡Y no hay cola!!

Aparcar y entrar ha sido coser y cantar: ¡10 puntos, ya de entrada, para el Schongauer Märchenwald! (que eso es una maravilla por el amor de Dios. Todavía recuerdo aquel día en Salou…)

Para quien no lo conozca, se trata de un pequeño parque temático en torno a los cuentos clásicos. Vamos a ver… No es Disnelylandia. Pero los raritos que, como yo, odian Disneylandia (lo siento, perdón, me disculpen) lo van a disfrutar. A mí, lo confieso sin tapujos, me encantó.

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Me cautivó por su simpleza organizativa (que no te vas con la sensación de que te has perdido la mitad de las atracciones), la sencillez del atrezzo de los cuentos (suficiente, que esto no es Bollywood) y por el precio de la entrada (que tanto para críos como para adultos ¡se mantiene en una cifra!)

¿Y qué se puede hacer en este lugar? Ahí va las ristra de atracciones y grandes momentos que te esperan en este bonito bosque. Podrás…

Viajar en tren. Una vez encajado el culo en el vagón, daremos dos vueltas saludando cual Reinas Madre a los ponies antes de adentrarnos en el túnel de los gritos. Todo el tren gritando como locos. Otra vuelta y todos a gritar de nuevo. Luego descubrirás que única tanda de pasajeros que gritó, fue la que viajó contigo.

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Ver y tocar animalicos… Abajo, el minipoblado Hasendorf o lo que vendría a ser Villaconejos (Villaliebres para los puristas). ¿Qué tienen en común conejos, ñandúes, cabras, ponies y chinchillas? Seguramente nada pero están todos esperándote en el parque.

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Espiar en casitas de cuento. Esta es una de las pocas que muestra la escena en el exterior. En la mayoría de las casitas los personajes están dentro y a nosotros, se nos permite observar la escena, en plan voyeur, a través de las ventanas. Mientrastanto una grabación nos cuenta el cuento. A mi yo de 5 años le chifló y hasta sentí cierta nostalgia de mi infancia. Luego se me pasó y me pedí una birra.

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Experimentar la naturaleza. Tocar pellejos de animales (comprobamos que todos eran muy suaves a excepcion del jabalí). Creamos huellas animales sobre la arena. Olisqueamos fragancias diversas: reconocibles unas y sospechosas otras. Esquivamos las colonias de moscas que habitaban las cacas del camino (pocas pero grandes). Caminamos descalzos sobre piñas y piedras… Todo muy sencillo y muy sensorial. Fantástico.

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Conducir mini karts. Colgada de la parte trasera del auto copilotas, «cómodamente», a tu hijo). A su padre le da un arrebato protector y se ofrece, altruistamente, a sustituirte ipso facto por el bien de tus cervicales… Aunque para ello tenga que hacerte saltar en marcha del coche y cargate con todas las bolsas. No hay dolor.

Tumbarte a la bartola. No, no es un sueño. ¡Es una hamaca en medio del bosque! Te frotas los ojos. Tanteas. Sí. Es una hamaca. Y la pruebas. Antes de que tu cerebro pueda registrar el placer de yacer en horizontal al aire libre… Antes de que tu piel sienta los dorados rayos de sol filtrados por las hojas de los árboles… Antes de que tus neuronas puedan reconocer ese olor como «aroma de bosque»… hordas de duendes te hacen un placaje inesperado y la ensoñación se va al traste.

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Pasear en pony. Actividad reservada a los más ligeritos. Te venden 15 minutos que luego se te hacen 5. Otro descubrimiento sensorial que hicimos ayer: El tiempo vuela cuando los tímpanos reposan.

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¡Jugar! Toboganes, tirolina, areneros e instalaciones varias para trepar. Van a hacer las delicias de tus hijos. Van a trepar como monos. Van a disfrutar como enanos y tú… tú vas a llegar a casa con los nervios destrozados pero, seamos francos ¿a quién le importan tus nervios?

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¡No te lo pierdas! Nosotros volveremos seguro. Aquí los horarios.

Si ya conoces el Schongauer Märchenwald o decides visitarlo tras leer este post, me encantará que compartas tu opinión o tu vivencia en los comentarios.

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Las imágenes han sido publicadas con autorización expresa de quienes aparecen (a excepción de los ponies).
Esta aclaración es necesaria porque si no, ya me estoy temiendo que algunas de mis amigas no van a querer quedar nunca más «con esta loca que lo larga todo en el blog». ¡No temáis, que estáis a salvo! a menos que… 😉

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